De acuerdo a David Galadí-Enríquez, de la Sociedad Española de Astronomía (SEA), sería “más adecuado entender la Gran Explosión como una etapa primitiva o una época de la evolución del cosmos, y no tanto como un suceso puntual concreto localizado en el espacio y en el tiempo”.
Fue postulada en 1927 por el físico y sacerdote católico Georges Lamaître como parte de la Teoría de la Relatividad General.
Según esta teoría el universo comenzó hace unos 14.000 millones de años con una gran explosión.
La prueba de esta teoría se debe al astrónomo Edwin Hubble, que en 1929 observó que el universo está expandiéndose continuamente y que por tanto, todas las galaxias se alejan entre si.
Justo después de que ocurriera el Big Bang se creó el espacio, la energía, el tiempo y la materia. El hidrógeno (elemento que se encuentra en el agua) se formó inmediatamente después de que ocurriera la explosión.
También, de acuerdo a este paradigma, se sabe que todo aquello que nos rodea (la comida, el agua, los animales, nuestros coches, la ropa, casas, etc.), absolutamente todo, está constituido por la materia formada en aquel momento.
A finales de 1990 y principio del siglo XXI se lograron grandes avances en la teoría, gracias a los datos provistos por los satélites y telescopios espaciales.
Estos datos nos muestran que el Universo se encuentra en constante expansión.