Ejercicios de concentración

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Francisca y la muerte

 Francisca y la muerte

Santos y buenos días- dijo la Muerte, y ninguno la pudo reconocer porque venía con su trenza retorcida bajo el sombrero y su mano amarilla en el bolsillo.

-Quisiera saber donde vive la señora Francisca.

-Allá arriba- le respondieron, señalándole el camino.

Andando, la Muerte vio que eran las siete de la mañana. «Para la una y cuarto está anotada Francisca: menos mal, poco trabajo, un sólo caso», se dijo satisfecha de no fatigarse. Y llegó a casa de Francisca:

Por favor con Panchita- dijo adulona la Muerte.

-Abuela salió temprano- contestó una nieta.

-¿Y a qué hora regresa?- preguntó.

-¡Quién lo sabe!- dijo la madre de la niña-. Depende de los quehaceres que tenga en el campo.